La
visita del Papa a Kangemi y la parroquia de St. Joseph The Worker:
Por Silvia y Jan
Cuando hace alrededor
de 2 meses se confirmó la visita del Papa a la iglesia de St. Joseph The
Worker, el barrio de Kangemi se llenó de ilusión y esperanza. Estaban
encantados con la idea de la visita del Papa a Kenia y también esperanzados con
el hecho de que quisiera reunirse con “los más pobres y desfavorecidos” y que
hubiera escogido este, su barrio, para hacerlo. En ese mismo momento comenzaron
los preparativos…
Nosotros
que hemos vivido estos 2 meses hemos visto con incredulidad como se adecentaban
las calles (pasando de barro a gravilla), se instalaba alumbrado por donde el
Papa iba a pasar, se preparaba la ropa para el Papa y los sacerdotes, se hacían
camisetas en los colegios, banderines,
tazas, todo tipo de merchandising con la imagen del Papa…. , se iban
acercando periodistas de varios medios y los cuerpos de seguridad ( policía y
ejército) se preparaban para que todo estuviera a punto, un reto importante en
un lugar donde la seguridad no puede decirse que esté garantizada ni mucho
menos y teniendo en cuenta la amenaza siempre presente de Al Shabab.
Se
iniciaba también la “lucha” por tener una plaza para el encuentro… no era fácil
debido a la cantidad de gente interesada y a las limitaciones por motivo de
espacio y seguridad. Al menos la
prioridad estaba clara, ¡los niños! ¡Los niños de la unidad Upendo estaban
invitados a la reunión con el Papa! Inmediatamente comenzaron a preparar una
canción y a pensar los regalos que podían darle, ellos que apenas tienen nada…
La mañana del
viernes 27 comenzó muy temprano para ellos, la cita era a las 5 en el colegio, a
las 6 había que estar ya sentados en la iglesia para la llegada prevista a las
8. Las calles estaban ya llenas y con mucha seguridad (policía, ejercito, ¡hasta
un tanque!), todo un reto moverse para llegar hasta la iglesia, junto a la
escuela técnica secundaria de St. Joseph, justo al lado de nuestra “oficina”.
La calle
estaba llena de gente que como nosotros se habían quedado fuera, esperando
captar un saludo o un gesto del Papa a su llegada. Con 40 minutos de retraso
apareció, había declarado que tenía más
miedo a los mosquitos que a los atentados y así lo demostró apareciendo en su
“papa móvil” descubierto, saludando sonriente a los que se agrupaban para
recibirle.
Una
vez en la iglesia, aplausos, canticos, bailes…tras un breve saludo en inglés,
paso a dirigirse al público en su español natal, un traductor se encargaba de
que el significado de sus palabras llegara a todos. Dicen los que estaban que sus palabras fueron
de ánimo, de comprensión, pero también de rebeldía llamando a la necesidad de
cambiar este sistema que permite que unos pocos vivan en la opulencia mientras
otros muchos malviven, cuentan que habló de los valores de los barrios, de la
generosidad y la capacidad de compartir lo poco que se tiene, que, según dijo, aunque no cotizan en bolsa son
imprescindibles para la sociedad y a menudo olvidados por el consumismo
enfermizo que sufrimos.
Muchos vieron
emoción en su rostro cuando se proyectó un video sobre las condiciones de vida
en el barrio y todos y todas, a la
salida, estaban esperanzados con la posibilidad de un cambio, felices con el
hecho de haber tenido por un día un “lugar en el mundo” y de que el nombre de
Kangemi y sus condiciones de vida se conozcan más allá de sus fronteras.
Los niños,
muchos demasiado pequeños para
comprender del todo, simplemente habían disfrutado de un día de fiesta
inolvidable en el que por una vez,
formaban parte de los protagonistas. Muchos no podrán verse en la televisión
porque simplemente no tienen acceso a una pero en sus retinas quedara el
recuerdo de este día inolvidable, en el que el Papa decidió visitar Kangemi.
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