Visitando a las familias
Por Silvia y Jan
Nos levantamos pronto para
iniciar la visita a los padres de los alumnos apoyados por Upendo, acompañamos
a la trabajadora social de Upendo
(Sophy) en una de sus visitas rutinarias y con nosotros está también la
trabajadora comunitaria de uno de los distritos de Kangemi (Mt Teresia wa Mtoto
Yesu), que trabaja de manera voluntaria para Upendo desde el año pasado.
Paseamos desde nuestra casa,
hasta la primera vivienda que vamos a visitar, atravesando un Kangemi ya muy
activo, con la gente preparando sus puestos de venta de verduras, de zapatos, ropa…
nos acompaña la palabra “Muzungu” (hombre blanco) en Swahili y la mirada atenta
de los niños más pequeños que se asombran al
ver, algunos por primera vez, a un hombre blanco.
Llegamos a la primera vivienda
donde “MamaBrian” (así la llaman en señal de respeto al ser la madre de Brian
que es el niño al que Upendo facilita el acceso escolar) nos acoge con los
brazos abiertos, es una vivienda simple, un cuarto único en el que están las
camas, una pequeña cocina, un banco y una mesa, está limpio y recogido y
MamaBrian nos cuenta como es su día a día. Como muchas mujeres en Kangemi, es
cabeza de familia en solitario (en este caso el padre ha fallecido hace algunos
años) e intenta sacar adelante sola a
sus dos hijos. Nos cuenta como sus ingresos provienen de limpiar algunas casas,
lavar ropa para algunas familias pero son muy irregulares, como máximo llegan a
7000 chelines al mes (unos 65 euros), con ellos tiene que hacer frente al pago
de la casa (4000 chelines), la electricidad (500 chelines), la compra de agua
(200 chelines), las tasas escolares de su otro hijo (1000 chelines al mes)… y
la comida, además su hijo ha tenido meningitis recientemente y aunque los hospitales
públicos son supuestamente gratuitos la factura ha sido de más de 6.000
chelines. Nos cuenta lo difícil que resulta a veces tener suficiente para
comer… Brian recibe dos comidas diarias gracias a Upendo pero su otro hijo no y
a veces Brian se pone triste cuando ve que su hermano no ha comido lo
suficiente…” es duro”, dice, “los niños no entienden por qué es así…” Nos pide
que la ayudemos e incorporemos al proyecto a su otro hijo aunque sabe que los
fondos son limitados y nos agradece la visita y lo que el proyecto hace por
ella.
Segunda visita del día, nos
recibe una chica muy joven y sonriente, es Judith, es la 4ª de 9 hermanos, 3 de
ellos han sido apoyados por el programa, el segundo, Maurice, graduado en la Universidad
de Nairobi en Arquitectura, es uno de los ejemplos de éxito del programa, manda
dinero a la familia cada mes y acude a colaborar con el proyecto en sus
vacaciones, la 5ª está terminando sus estudios en Dirección de Empresas,
gracias a sus buenas notas la matricula está subvencionada por el
gobierno, el 7º está en la escuela secundaria
actualmente apoyado por Upendo. No hay padres, la madre, que falleció en 2013, tuvo 9 hijos pero nunca un marido que le
ayudara a sacarlos adelante. Todos van a la escuela, todos menos Judith, que ha
sacrificado sus propios estudios por sacar adelante a sus hermanos. Quiere
iniciar de nuevo su negocio de venta al por menor, le iba bien pero de repente
el propietario del local le subió el alquiler y tuvo que marcharse, nos cuenta
con una sonrisa y una lagrima en los ojos… no es fácil para ella, con lo que le
mandan sus hermanos y lo poco que saca de lavar ropa o ayudar en tareas del
hogar muchas veces no es suficiente, pero tiene esperanza y ganas de volver a
levantar su negocio.
Última visita del día, “MamaRuth”,
una madre en solitario (su marido murió hace 2 años de SIDA y ella está también
afectada de VIH), sola, intenta sacar adelante a sus 3 hijos, de los que uno de
ellos está siendo apoyado por Upendo. No se encuentra muy bien, aunque tiene
acceso a la medicación de manera gratuita el exceso de trabajo y la falta de
adecuada alimentación tienen un efecto muy negativo en ella debido a su
enfermedad. Pese a todo, trabaja
limpiando en la escuela de uno de sus hijos 6 días a la semana (gana 8000
chelines al mes, unos 75 euros) y los días libres va a la iglesia y trabaja
controlando el acceso y revisando los bolsos (500 chelines por trabajar desde
las 5 de la mañana hasta las 2 de la tarde), a veces también lava ropa para las
vecinas… todo lo que puede para darles una educación a sus hijos… No es fácil,
tiene ya acumulada una deuda de 18.000 chelines con una de las escuelas y la última
vez que no pudo pagar el alquiler el propietario de su vivienda cambio la
cerradura y la dejo fuera con sus tres hijos hasta que pudo pagar. Sonríe, pero
se ve que está al límite de sus fuerzas, nos pide que la ayudemos, a saldar la
deuda, a pagar las tasas para sus otros dos hijos… al mismo tiempo nos da las
gracias por lo que Upendo ya hace por ella, le salva la vida, dice.
Volvemos a la oficina con un
montón en la mochila, sentimientos encontrados, de gratitud porque nos han
abierto sus hogares, de impotencia por no poder ayudar más en situaciones tan dramáticas, de admiración por
el coraje y el valor de estos cabeza de familia que luchan por dar a sus hijos o
hermanos una educación. Volvemos también convencidos del valor del apoyo de
Upendo, y de que la educación es el único instrumento posible para romper el
círculo de pobreza en el que muchos viven, de darles un futuro mejor, una
esperanza…
Vaya pedazo de experiencia vital que habéis comenzado! Me dais envidia y, al mismo tiempo, me siento una cobarde. Suerte en vuestro nuevo recorrido vital y no dejéis de escribir este blog. Un abrazo desde el Pais Mas Feliz Del mundo en el que el suicidio es un gran problema de salud pública. Cuanta distancia nos separa!!! Y no hablo de la geográfica...
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