La Historia de Calvin

Gabriel García Márquez decía “cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo atrapa para siempre”, y esa suele ser la realidad, pero a veces, en algunas ocasiones, la vida golpea a uno de esos recién nacidos, y su padre no le  tiende su mano. Ese es el caso de los chicos que tenemos en el Proyecto UPENDO, niños que desafortunadamente no pudieron atrapar el puño de su padre o que están en riesgo de ello…


Os hablaré de Calvin, un pequeñin de 6 años que los dos últimos días faltó a clase. Nada más percatarse, Sophy, la Asistente Social, nos pidió que la acompañásemos a su casa para conocer la causa de su ausencia, porque cuando uno de los niños falta dos días seguidos, normalmente, es porque sucede algo.

Caminamos por las calles de tierra rojiza atravesando un laberinto de chabolas -permitidme obviar esta palabra a partir de ahora, porque para todas estas personas lo que nosotros conocemos como chabola es un hogar-, hasta que llegamos a la de Calvin. Sentado en la puerta nos recibía como si supiese de nuestra llegada, arreglado con una bonita americana de color azul. Pero lo sorprendente de la escena no era su elegante vestimenta, sino que en sus brazos mecía como un adulto, a un bebé de pocos meses, su hermano…

No me sobrecogió tanto la escena, que era impactante, sino su cara. La cara de tristeza que tenía Calvin te partía en dos, esa cara hacia que te derrumbases, esa cara, hacía que tu alma… crujiese.

Entramos a ver a su madre, y en la casa, solo había espacio para una cama y un sofá, donde nos indicó que nos sentásemos. Ella, yacía enferma en el camastro, se inclinó, bajó de su lecho, y desde un minúsculo taburete de madera comenzó a hablar con Sophy… Calvin y su madre están enfermos, muy enfermos -los detalles los prefiero rehusar…-, y por ello, la madre lo había necesitado en casa un par de días, pero prometió que a la mañana siguiente…su hijo volvería.

Al salir a la puerta su hermanito ya no se acunaba en sus brazos, sino sobre un suave cojín de pequeñas rayas de colores arenosos. Su cara seguía siendo la misma que unos minutos atrás, y en ese instante, en ese preciso momento, sentías como el mundo, tú mundo, carecía de sentido…


La historia de Calvin, no puede quedarse como una historia triste, no lo merece, tal vez nunca he sabido escribir la mía, y probablemente nunca sepa, pero a este chico le pertenece un final feliz. Con 6 añitos ya sabe que lo suyo es una historia de lucha, de entrega, y de superación, pero que también es una historia de sonrisas, y de amor. Nuestro superhéroe  ha vuelto hoy a la Escuela, su Escuela. Como dice un grandísimo amigo mío, uno de los grandes pilares de su vida. Su Escuela lo llena de vida, le da unos valores que le llevan a ser extraordinario, en ella aprende cada día…pero sobre todo, le da FELICIDAD infinita…

Dicen, que una mirada o una cara valen más que mil palabras, y si existiese una imagen para describir el significado de felicidad, y de alegría, yo, lo tendría claro, entraría en su Escuela y recordaría para siempre su cara…


El comienzo de su historia sembraba triste, pero García Márquez no se equivocaba, cuando un pequeño te aprieta con su pequeño puño, te atrapa para siempre…Y es así como lo sienten desde UPENDO, ELIMU FUTURA, y ENTRECULTURAS, potenciando la Educación, acercándose a los más vulnerables, y llenando, sus horizontes de esperanza. Porque cuando los años vayan pasando, no recordaremos cuantas riquezas hemos acumulado, sino cuán feliz fuimos. Y felices lo somos compartiéndolo con los otros.  Ya que el mundo es un lugar mejor… porque los demás existen…

Santi & Wojciech
Experiencia Sur
ENTRECULTURAS

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